Era Jueves por la tarde , y la semana había sido
extraordinaria, todavía tenía el sabor de mi ambición satisfecha y ese
relajante elixir, de la adrenalina al haberme arriesgado de más para
hacer esa negociación, que salió perfecta.
Entré a un edificio de principios de siglo, de buen
gusto. Me registré, y un mayordomo
elegantemente vestido en un frac me atendió con elegancia. El mayordomo me
acompañó hasta el elevador, que era una pieza preciosa, antiquísima, de estilo art deco, donde, los dorados
y cobrizos metales resplandecían en limpieza. Me dirigí al mismo y un
elevadorista en indumentaria impecable para el oficio, me pregunto
respetuosamente:
---¿ A donde gusta subir Señor? ---
---Voy con el Sr.. Buzzili,--
--¡ah si, piso siete Señor., en seguida! --
Cierra
manualmente la puerta de rombos flejados en color dorado, el sonido del motor
advierte a las poleas del viejo elevador que se estiran y nos elevan hasta el piso de la sastrería; al abrirse, una
agradable impresión me dejó la decoración del local. Todo el piso que
normalmente es dispuesto para siete oficinas, era del Sr. Buzzili. El
hall principal le otorgaba una magnanimidad, sublime. Era un piso de mármol
blanco bellagio, en piezas grandes, muy limpias; muros decorados con frescos
florentinos en sensuales temas con diosas romanas decoraban el muro. Un techo altísimo enmarcado con cornisas
caprichosamente elaboradas y esculturas de preciosas mujeres semidesnudas en
mármol blanco en las esquinas, otorgaandole elegancia impecable. Un inmenso
cristal, dividía el hall de la entrada, de la sastrería. Ya entrando al área de la sastrería, el
ambiente era sobrio y acogedor , otorgado en gran parte por la duela de
madera de encino y por un mostrador de larga barra, también en caoba y como una
velo de seda, un fino barniz cristalino y mate le recubría. A espaldas del mostrador, cuadros
simétricos de la rojiza madera,
alojaban selectos casimires , ordenados por gamas de colores, infringiéndole orden y sobriedad al estante.
Enseguida
aparece una dama mayor, muy elegante.
--¿Buenas tardes caballero, a quien anuncio?
--
---Al Sr.
Santino--- Desplegando con refinamiento el movimiento de sus
manos, me indica pasar a una
pequeña sala. Kilims de seda
rojos, cubrían armoniosamente el
piso de duela, un par de
sillas francesas esperaban mi reposo y la vista se amenizaba por los muros de lambrín de madera obscura,
en acabado terso e impecablemente limpio.
---En seguida viene el Sr. Edson --.Me
comunica la elegante dama.
El
señor Edson era un portugués artesano en la confección, había acompañado
siempre al Sr. Buzzili. Él era parte clave de la sastrería y sinceramente
un artista en este oficio, pero con las camisas, era simplemente magistral. Por
eso busqué este lugar.
Me tomó
medidas, charlamos un poco de Portugal, de su vino verde, del oporto, del
bacalhau á bràs (bacalao a las brasas) y otras delicias de Portugal.
Al terminar, me acompañó a
la sala adyacente al mostrador.
--Me sorprendí--; ahí mismo, una
mujer morena, de rasgos árabes, como una reina persa, envolvía su bella figura
en un traje sastre de roja seda; una blusa negra de botones al frente, estratégicamente
abiertos, afloraban su encanto sexual. Le saludé y me sonrió, sostuvo su
mirada fuerte, dominante y muy sensual. Impulsivamente y con elegante paso,
casi felino, sin dejar de mirarme se acercó y beso sutilmente mi mejilla …me susurró con voz satinada….
---Enchanté..---
Sus ojos
negros me miraron fijamente, sentí que mi cuerpo se desprendía, percibí su
seducción, inclusive oí un risa sensual en mi cabeza , me quedé pasmado unos
cuantos segundos, inmóvil... -- El sastre Edson se despidió dos veces de mi y
no le contesté-- estaba embelesado con la magia de esa bella mujer..y al
despertar de mi ausencia, me percaté que ya no estaba ahí; se evaporó de mis
ojos y le comenté al sastre:
---Edson ¿sabe quien es esa mujer?
..---
---Sí, vino a encargarnos telas muy
finas, de Damasco..---
---Edson tengo que volver a ver a esa mujer,
por favor dígame donde le puedo localizar..---
---Si insiste señor, puedo tratar de arreglar
que ella le vea, si gusta esta misma tarde, –tal vez-; déme un segundo señor, por favor pase a la sala. ¿Le apetece un oporto Portugués? ,---tengo un
veinticuatro años de añejamiento y con gusto le sirvo una copa, permítame, por favor...
--- Con
reverente actitud el Sr. Edson, sale de la sala y regresa en minutos, con la
botella y dos pequeñas copas de cristal de bacará, en refinado corte. Las sirve
y los destellos del rojo obscuro del líquido, me invitaron a sorber un trago y
después de degustarle, me comentó:
---La señora es una dama muy fina; como
usted lo percibió, posee un encanto exquisito, ella trabaja en un lugar que es
un paraíso para hombres refinados, con la categoría de usted.. Le recomendaré
señor, pues solamente por invitación se puede acceder a ese lugar..---
si gusta usted ahora mismo---; de hecho, esta dos pisos arriba de nosotros.--- ¿ Le parece que
enseguida mande traer el elevador ?..---
--Por favor Señor Edson, le agradezco su
gentileza y estaré pendiente, para los trajes ---
---Si señor, la semana que entra yo le
hago saber de ellos, hasta luego..---
Ya estaba
el ascensor abierto , y el elevadorista me comentó:
---Enseguida subimos Señor---
Ni un
comentario, ni un gesto, solamente me llevó.....
Estaba yo
impaciente de saber de esa mujer hermosa..
Se
abrió el elevador y había un pequeño hall con tapices rojos carmesí
en terciopelo en sus muros. Sillones
de piel obscura enmarcados en madera de finos acabados, otorgándole sobriedad, marquetería bizantina insertada. Los
muebles reposaban sobre una alfombra de manufactura y pasajes turcos. La puerta
ya estaba abierta cuando llegué.. Una mujer mayor, de estilizada figura, traje
sastre impecable, atractivo rostro y cabello blanco brillante, me recibió.
---- Sr. Santino ----
---Sí, así es---
--Por favor pase---
Y dispuso
su brazo para destinarme:
--venga conmigo por favor--, entramos a un salón que parecía un
paraíso persa, donde; predominaba
el rojo en sus telas y el dorado en grecas. Aromas a mirra y perfumes hermosos
hechizaron mi nariz. Cadenciosa música tribal de medio oriente amenizaba el salón, creando una mágica
atmosfera. En pedestales, entre
islas de cojines de seda y lana, mujeres ataviadas como odaliscas, contoneaban
sus hermosos cuerpos, cubriéndoles apenas con escasas sedas vaporosas. Medallas
de oro y cadenas delicadas,
decoraban la cintura desnuda en los fértiles cuerpos de las exóticas
bailarinas árabes. Las darbukas (tambores del medio oriente) marcaban los
cadenciosos movimientos de cadera de la visualmente atractiva danza
del vientre.
El salón
circular con islas de
cojines, estaba delimitado de una cinta de kilims con esculturas y jarrones a
las orillas que separaban el salón principal de salones con cortinas en
terciopelo rojo . En la parte
superior, remataba la tela en arcos bizantinos, dando la apariencia de lujosas
tiendas árabes del desierto. Dentro de estas, hermosos kilims cubrían la
alfombra roja y sobre estos, cómodos cojines envueltos en telas de seda en
colores, dorados, rojos, morados, y azules. Seductoras odaliscas se recostaban acariciando y acicalando
a caballeros ya despojados de los botones, con la camisa abierta. Les
complacían magistralmente, les
daban de beber, de comer y fumar opio o tabaco; llevándoles y retirándoles la boquilla a
la boca, al inhalar y
exhalar. Con el cuerpo
semidesnudo, acercaban hasta rozarles la piel sensualmente, llevándoles a
un trance de sexual encanto.
La señora
me llevó a un sillón circular de terciopelo rojo y cojines dorados y azul
índigo en brillante seda, y me pregunto: ¿Desea
algo de beber? , le pedí una copa de brandy lepanto…
Me
recosté cómodamente a observar el exquisito lugar y en unos
minutos, se sentaron dos damas y sin tapujos, comenzaron
a acariciarme, al mismo tiempo que reían sin siquiera, dirigirme la
palabra.
Detrás de una de las cortinas la misteriosa mujer de
ojos negros, que me cautivó en la
sastrería, me miraba. Bailaba la danza del vientre al ritmo de las darbukas. Ella
era lo único que me interesaba.... Ahí estaba ella… ataviada en telas vaporosas
de seda color rojo. Presencié que detrás de las telas, sus senos bellos, enormes, casi
desnudos; se movían
cadenciosamente. Imaginé su delicado pezón rozar la tela vaporosa de seda y me
pregunté ¿ que sentirá ella?, la
mas preciosa odalisca.... Mi sexualidad despertó y volví a sentir el poder de su mirada....
Tomé un
sorbo de brandy y no le deje de mirar, ella sostuvo la mirada y sonrío,
entonces miró a los dos mujeres que me acompañaban. Se comunicaron visualmente
y en un instante, como si fuera una coreografía telepática perfectamente
estudiada, las dos mujeres me tomaron de la mano y me llevaron donde estaba
ella: La dama misteriosa.
Me
recostó en los cojines de seda y sin decirme palabra alguna, ---me
besó en los labios---, así sin nada... El delicioso aroma de su boca, me
hipnotizó. En lo que me reparaba
del beso, ella desapareció... Le busqué con los ojos y no la encontré.
Me
pare buscándola por todos lados, y no la localizaba. Desistí y me recosté
en el salón donde ella me besó y en un segundo, como una hada sensual,
apareció ella hermosa. Sus ojos enormes
y negros, enmarcados en kohl negro, volvieron a invadirme, hipnotizándome. Se recostó a mi lado y de sus labios ,
como una canción salieron palabras.
--Me dio mucho
gusto, que me hayas buscado. Yo tampoco podía quitarte de mi mente,- sabes- me
gustaste, me gusta como me miras. No
quiero ensuciar con palabras lo que mi cuerpo y alma sienten, quiero respirar
tu aroma, ahora que estas cerca de mí—
Me besó el cuello y volvió a besar mi boca. Un paraíso
de aromas a inciensos, feromonas y perfumes, invadió mi olfato. Colores en mi alma, extendieron sus
alas como mariposas tiernas. Sus manos diestramente desabotonaron mi camisa y
el contacto de sus destrezas acariciando mi pecho encendió mi piel. Se recostó en mi pecho, y de las telas sueltas, sus senos hermosos se asomaron, palpando mi piel desnuda,
enloqueciéndola de virilidad.
Apretó mas su cuerpo al mío y se apartó. Felínamente
sutil, y bella se aproximó y
respiró en mis labios.....y sin más, se despojó de las escasas
telas que le cubrían. Me ofreció deliciosamente sus pechos desnudos; dándome
de beber vino en ellos y llevándolo también de la copa a mi boca, con el sabor
del vino en nuestros paladares, degustamos
de nuestras bocas...
Palmeo dos veces--- y un
caballero ataviado en indumentaria persa, trajo una narguila y una vez que
estuvo preparada, el caballero con total sigilo, se esfumó cerrando las
cortinas. ..Yo seguía escuchando el cadencioso encanto de las darbukas y flotando
en los encantos de ella. Con
gracia muy seductora, ella acomodó en mi boca la boquilla de la narguila y me
invitó a fumarla. Ella la aspiró también, se acercó a mi, percibí su fragancia
de mujer hermosa y en un
impulso delicado, empezó a degustar mi oreja, adhiriendo su
cuerpo al mío, ambos ya, sin algo que les cubra....
Mientras las darbukas, marcaban
el ritmo, de la danza , percibí sus movimientos sensuales con necesidad
de mi piel. Entonces, su lengua
ardiente, degusto mi pecho. Me llené de pasión, de su seducción y en
ese trance, percibí que se comenzaron a acercar las dos mujeres que
se sentaron al principio conmigo y las tres se avocaron con devoción
exquisita… a respirar mi piel, a besarme suavemente el pecho y el cuello. Entré en un viaje hipnótico, inducido
por el opio y por el efecto erógeno de la seducción de las tres mujeres. Comencé
a escuchar mas voces, mas mujeres
se acercaban a mi, y el ritmo de las darbukas se aceleraba al ritmo de mi
corazón. Observé que todas las mujeres del lugar, se despojaban suavemente sus ropas,
sus ojos me devoraban hambrientas, con deseo lascivo y carnal.
Sigilosamente se acercaron y se agasajaron de mi cuerpo desnudo. El
ritmo de las daburkas se aceleró; les provocó lujuria y como si
quisieran devorarme en un trance frenético, en altisonante
volumen, risas de lujuria, pasión a punto de explotar y el exceso de
sensaciones, provocó que mis oídos y corazón estuvieran a punto de
explotar. El frenético y ya perturbador ritmo de las darbukas exaltaba de
manera peligrosa mi corazón. Las uñas de las odaliscas se encajaban en mi piel
y presionaban sus dientes mordiendome hasta que el olor a hierro viscozo de la
sangre, me indicó que ya la estaban cercenando. Un ruido ensordecedor y un dolor desgarrador ultrajó
mi pecho. Con intensidad
solté un alarido--- como si me estuvieran desgarrando la piel --- ya no
resistiendo más....me desmayé profundamente..... y me
perdí de mi mismo....
Me di
cuenta de mi inconsciencia, al sentir que un gélido viento me taladraba
intempestivamente el cuerpo desnudo...
Traté
de despertar y sentí los ojos tan pesados como
si fueran una puerta enorme de fierro; entonces me percaté, que
de mi respiración salía vaho condensado. Un taladrante frío me rodeaba,
como un aviso de soledad. Todo
estaba en un infinito silencio, y apenas percibía luz. Estaba amargamente
desolado......
Todo era negro, los
colores desaparecieron en los tapetes, los cojines, los terciopelos.... todo se
torno obscuro y se lleno de escarcha por el tremendo frío ..... Me quise
mover y tapar, entonces;..... ---sentí un dolor intenso en el pecho---. Me percaté que
tenía una herida enorme, mal cocida, ahí en donde está mi corazón.
Me aterroricé y salté de los cojines desesperadamente, busque la
salida al elevador, me percaté que no servía y baje las escaleras,
que ahora eran, grises, avejentadas; así de la nada se
transformaron decadentemente en algo viejo y agrio. Al llegar al lobby
del edificio, estaba el mayordomo parado justo en frente de la puerta, se veía
con un tono gris, y con un gesto duro, temible …
Levante la vista y vi que del otro lado del cristal
había sol. El día era maravilloso y ahí estaba la chica misteriosa. Reía
radiante, llena de luz , envuelta en un abrigo de colores vivos,
---resplandecía---, y sus ojos …. ya no
eran negros y misteriosos, sino de un verde con mucha vida, muy
alegres, me guiñaba el ojo, me obsequiaba un beso al
aire y se retiraba, ---así, como si nada---,muy fresca, con un sarcasmo
casi infantil. Mi temperamento se exaltó, le ordené al mayordomo que me abriera
y con tono firme me respondió :
¡Aquí no
puede salir nadie!
,-a lo
que le pregunté---
¿ y la chica
, porque la chica si salió?, ¿Qué esta pasando?
¡le exijo
que me explique! ,,
Aquí no
pasa nada,, ! todo se va a quedar igual !.
----Ella
tuvo suerte,---
----tuvo
vida al fin,---
----robo
tu corazón y aquí te quedaras para siempre----
Entonces;
quise romper la puerta y de inmediato miles de manos me jalaron, manos
frías de mujeres grises semidesnudas y gélidas....comenzaron a morderme, y me halaron
hacia el interior del edificio. Donde me quede para siempre, desolado y y nunca mas..... volví a ver la luz...
Desde lo
alto veo mi imagen en la plancha fría de la morgue, escucho al forense decir a
un ayudante.
“ Le robaron los órganos, estaba vivo cuando
se los arrancaron”
Bonito relato de suspense, Armando. Feliz fin de semana.
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